Amen y respeten a sus padres y santifiquen su vida

Todo individuo tiene una madre. El que no complace a su madre y se hace receptor de su amor no es un verdadero hijo. En el mundo de hoy, las madres que crían a sus hijos con el amor y el cuidado apropiados son muy raras. Se dice que “El cuerpo es un templo y el morador interno del mismo es Dios”.

En cada templo, encontramos una campana. Pero, la campana presente en el templo del cuerpo humano no es visible afuera. Esta campana se conoce como Anahati. No es una campana que uno puede hacer sonar. Sin embargo, suena continuamente por sí sola todos y cada uno de los días, mientras la vida permanezca en el cuerpo humano. No es otra cosa que el corazón humano. Cuando la campana se detiene, el cuerpo pierde la vida. Entonces el cuerpo se vuelve cadáver (shavam). Mientras la campana sigue sonando, el cuerpo es considerado auspicioso (Shivam).

El universo entero es el templo de Dios. En este templo del universo se puede oír continuamente el sonido de la campana ‘Om’. Por esto Dios es descrito como la “Personificación del sonido, de lo movible y de lo inmutable, de la luz, del habla, de la bienaventuranza eterna, de la trascendencia, del engaño y de la riqueza”. Hoy en día, en vez de entonarnos con ese sagrado sonido Om, prestamos nuestros oídos a la charla mundana y a las vanas habladurías. No podemos oír la divina voz de la “Eterna personificación de la Existencia, Conciencia y Bienaventuranza, Dios”.

(…) Cuando nacen del útero de su madre, no tienen guirnaldas alrededor de su cuello, aunque sí hay una guirnalda segura, la que Brahma ensarta con las consecuencias de todas sus acciones pasadas, buenas o malas, en una pesada guirnalda que pone alrededor de su cuello. Nadie puede venir al mundo sin esta guirnalda del karma. El hombre olvida esta verdad y anhela siempre placeres y comodidades. ¿Cuánto tiempo pueden durar los placeres mundanos?

(…) Los jóvenes se sienten orgullosos de su juventud y riqueza. Pero éstas son momentáneas. Tomando conciencia de esta verdad, deben acumular la riqueza de la gracia divina.
Amen y respeten a sus padres y santifiquen su vida.

(…) El que ama a su madre y recibe su amor es un verdadero ser humano. El que no puede ganarse el amor de su madre es en verdad un demonio. Por esto, respeten y reverencien a su madre. Experimenten y disfruten del amor de su madre. Dediquen su vida a la felicidad de su madre. Pueden adquirir cualquier cantidad de grados; pueden emprender cualquier cantidad de actividades sagradas, pero todas ellas resultarán inútiles si no complacen a su madre.

No hay nadie superior a la madre en este mundo. Los Vedas han dado un lugar de la más alta prominencia a la madre al declarar, “Reverencien a su madre como a Dios, a su padre como a Dios, a su preceptor como a Dios y a su huésped como a Dios”. En este mundo puede haber un hijo que no ame a su madre, pero no puede haber una madre que no ame a su hijo. Puede haber diferencias de opinión entre ellos, pero el amor materno nunca disminuirá.

¡Encarnaciones del Amor!
Es su deber primordial como hijos el amar a su madre. Tan pronto como se levantan en la mañana, lo primero que deben hacer es tocar los pies de su madre y ofrecerle sus reverencias. Esta noble práctica los protegerá siempre y les otorgará todo tipo de riquezas.

¡Estudiantes!
Ustedes van a ser padres y madres en el futuro. Serán amados y respetados por sus hijos sólo si aman y respetan a sus padres ahora. Tendrán que enfrentar la reacción, resonancia y reflejo de sus acciones. Si respetan a sus padres, habrá ricas recompensas para ustedes en el futuro.

Sathya Sai Baba
Fragmentos del Divino discurso del 6 de mayo de 2003

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