El Amor de la Madre y la Gracia Divina

¡Encarnaciones del Amor!

No hay en el mundo cualidad más noble que el amor. El amor es sabiduría, es rectitud, es riqueza, es Verdad. Todo está saturado de amor. Todo en el cosmos surge del amor, crece por el amor y se funde en el amor.

Cada ser humano nace del vientre de la madre. Se nutre del amor de la madre y disfruta de muchas cosas en la vida y de toda la felicidad gracias a la madre. Por lo tanto, no hay divinidad más elevada que la madre. El ser humano ha de reconocer el significado del Amor y la Verdad, que son fundamentales para la existencia humana. La madre representa estas dos cualidades básicas.

Amen a la madre y veneren al padre. Rama alcanzó la divinidad porque era el hijo de Kausalya. Lava y Kusa se convirtieron en muchachos heroicos debido a su gran madre, Sita Devi. Son los nobles pensamientos de la madre los que hacen a los hijos grandes. Una madre puede equivocarse en otros aspectos, pero siempre se esforzará por el bienestar de sus hijos. Por lo tanto, el deber primario de cada hijo es amar a la madre.

Muchos grandes hombres han emprendido hazañas nobles después de obtener la bendición de sus madres. Por ejemplo, antes de ir a la batalla contra el demonio Tarakasura, Sanat Kumara obtuvo las bendiciones de su madre, Gowri. Asimismo, Parasurama recibió las bendiciones de su madre antes de ir a luchar contra sus enemigos. Del mismo modo, Vinata bendijo a su hijo Garuda. Cada madre bendice a su hijo de un modo similar diciendo: “Que Sri Rama te proteja siempre”.

Shankaracharya enseñó que los hijos que no obtenían las bendiciones de sus madres sufrían diversas vicisitudes en la vida. Los que sí las recibían, a menudo se liberaban del renacimiento. Muchos seres humanos de almas elevadas han alabado la grandeza y el poder de las madres. Es el principal deber de los hijos obtener las bendiciones de sus madres para su bienestar en el mundo.

El cuerpo humano adquiere su carácter sagrado por ser la morada de lo Divino. El Gita se refiere al cuerpo como Kshetra (campo sagrado) y al Divino Morador Interno, como Kshetrajna. Debido a que es sagrado, el cuerpo debe ser utilizado correctamente como un instrumento de lo Divino.

El ser humano tiene que desarrollar fe en Dios. Sin esa fe, la vida carecerá de sentido. El hombre no puede tener felicidad o satisfacción en la vida sin la gracia de Dios. Actualmente las personas están demasiado inmersas en asuntos mundanos. El resultado es que no tienen paz mental.

Solo podrán obtener paz de la suprema encarnación de la paz: Dios. Él es la morada del amor infinito y la paz perdurable. Debería obtenerse el amor de Dios cantando el nombre del Señor. Deberían estar agradecidos a sus madres por otorgarles un cuerpo que les permite cantar el nombre del Señor.

El poder del nombre del Señor es incalculable. No importa lo grande que pueda ser una madre; si el hijo no tiene la gracia del Señor, no podrá lograr nada grandioso. Por esta razón, las madres siempre le oran al Señor para que derrame Su gracia sobre los hijos. La madre es la que hace al hijo noble y grande. El hijo es quien trae gloria a la madre. Por lo tanto, recuerden esto y actúen de acuerdo con los preceptos de su padre.

El padre de Shankara había adorado regularmente a Devi Rajarajeshvari durante muchos años. Solía ofrecerle leche cada día a la diosa. Una vez, cuando Shankara tenía apenas cuatro años, el padre tuvo que salir de su hogar para visitar un pueblo vecino. Todos los días, después de terminar su rito de adoración y ofrecer leche a la diosa, él solía distribuir la leche restante entre su esposa, su hijo y otros como alimento sagrado (prasadam). Le dijo al niño: “Hijo, tu madre no puede realizar la adoración que yo llevo a cabo. Será mejor que la hagas tú hoy”.

Después de la partida del padre, el niño siguió sus instrucciones. Llenó un vaso con leche, lo colocó ante la imagen de la diosa Raja-rajeshvari y oró así: “¡Madre! Acepta esta ofrenda de leche”. Continuó orándole a la diosa. Cuando descubrió que la leche permanecía intacta, sintió una gran angustia y exclamó: “¡Oh, Madre! ¿Qué crimen he cometido? Cuando mi padre ofrecía la leche, tú solías tomarla. ¿Por qué no la tomas cuando yo te la ofrezco?”.

Estaba profundamente apenado. Se preguntó si no habría cometido algún desliz. Se desesperó y declaró en agonía: “¡Madre! Si no tomas la leche pondré fin a mi vida. Habré deshonrado a mi padre. También seré culpable de no cumplir la orden de mi madre. Si no puedo complacer a mis padres, ¿de qué sirve que yo viva?”. Así, él oró intensamente a la Diosa con gran angustia. Conmovida por las cándidas súplicas del niño, Raja-rajeshvari se apareció ante él y le dijo: “¡Niño! Sé feliz. Tu devoción me complace inmensamente. Beberé la leche”. Diciendo esto, bebió toda la leche que había en el vaso. El niño se horrorizó al ver el vaso completamente vacío.

“¡Oh, Madre!”, exclamó. “Si Tú bebes todo el vaso, ¿qué queda para distribuir como alimento sagrado (prasadam)? Mi madre pensará que yo he bebido toda la leche. Tengo que darle prasadam a ella. Mi padre solía dar parte de la leche como alimento sagrado a otros también. Por eso, por favor, devuelve parte de la leche al vaso.” Pero, ¿cómo puede devolverse la leche una vez consumida? ¿Puede hacerse regresar el río que se ha unido al océano? ¿Puede hacerse regresar una manzana que ha sido digerida?

La diosa le dijo al niño que era imposible devolver la leche que había sido consumida y desapareció.

El niño sintió nuevamente una angustia profunda. Se dijo: “Mi madre pensará mal de mí”. Oró de este modo: “¡Madre! Por favor, devuelve al menos una pequeña cantidad de leche”. Respondiendo a las plegarias del niño, la diosa sacó leche de su pecho y se la dio al niño. Fue el sagrado poder de la leche lo que permitió a Shankara, años más tarde, dominar todas las escrituras y obtener fama perdurable como un gran maestro espiritual, venerado por todos. El conocimiento de todos los Vedas le llegó sin esfuerzo, debido a la gracia de la Divina Madre y al amor y las bendiciones de su propia madre. Cuando uno es bendecido con amor y gracia, se transforma de humano en Divino.

Por lo tanto, cada persona, ya sea hombre o mujer, debería respetar a los padres, instalar a lo Divino en el corazón y orarle a Dios constantemente. Es el deber de cada uno traer buena fama a los padres. Si los hijos son buenos, dan buena fama a sus padres.

Incluso ahora, en esta sagrada tierra de Bharat, los padres deberían hacer el máximo esfuerzo por criar correctamente a sus hijos. Los hijos también deben venerar a sus padres, quienes les otorgaron la existencia física. Sin embargo, deben tomar conciencia de lo que le deben a Dios, que es la base de toda vida.

Reconociendo esta doble obligación a las madres y a lo Divino, ellos deberían redimir sus vidas viviendo provechosamente. Hay cosas incluso más grandes que la vida misma. El logro supremo es la realización de Dios. Es el summum bonum de la vida humana.

Deseo que todos desarrollen fe en Dios y lleven vidas dignas.

Sri Sathya Sai Baba
Discurso del 6 de mayo de 1997

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