El Camino de Jesús

El ser humano ha venido a este mundo como mensajero de Dios. Jesús se anunció como mensajero de Dios. Él pasó muchos años en austeridad a fin de poder derramar compasión y amor sobre toda la humanidad. Después, se preguntó: “¿Soy sólo un mensajero o estoy más estrechamente relacionado con Dios? ¿soy una parte de Dios con lo divino como esencia?” Jesús pasó doce largos años errando solo por los desiertos dedicado a esta indagación. Al final de este período, retornó entre los hombres y anunció: “Yo soy el hijo de Dios”.

En esa época, los sacerdotes de Jerusalén se habían vuelto corruptos y venales. Habían degenerado en hombres soberbios y egoístas. Jesús los corídenó y trató de arrancar de raíz las costumbres perniciosas. Puesto que a sus ojos todas las formas eran divinas, él no podía tolerar ninguna acción que contradijera esa postura. Así, cuando la gente le preguntaba quién era, él tenía la convicción para responder: ”Mi Padre y yo somos uno”. Jesús trató de enseñar a cada uno la paternidad de Dios y la hermandad del hombre. Personas tradicionalistas y llenas de egoísmo consideraron a Jesús un falso profeta y emplearon todos los medios para impedir su misión. Sin embargo, él no vaciló y, enfrentando toda oposición, continuó siendo ejemplo de verdad viviente y purificando a la sociedad.

Muchos discípulos lo siguieron, pero a lo largo de la historia, como ha ocurrido con Rama, Krishna, Jesús y Mahoma, esos discípulos, pese a su cercanía, raramente se han consagrado por completo. La mayoría sólo son devotos a medias. Jesús tuvo doce discípulos, de los cuales la mayoría tuvieron fe en él y vivieron sus enseñanzas, pero Judas cedió a la codicia. Traicionó a su maestro por treinta monedas. No tuvo ya alegría en la vida después de este acto, su mente le negó la paz y tuvo que buscar refugio en el suicidio.

La traición de la gente que simula adorar ha ocurrido en todas las épocas. Gente corrupta, egoísta y ambiciosa esparce falsedades acerca de sus propios maestros. Oímos de Judas desde hace 2000 años. Pero en la era de Kali la gente está obsesionada por el dinero y los Judas se han multiplicado. Anhelan acumular mezquinas riquezas, cuando en realidad el buen carácter, la conducta recta y el conocimiento de Dios son los tres verdaderos tesoros que deben ser reunidos. Tierras y edificios, oro y plata, dólares y otras divisas son temporales y triviales. Constituyen posesiones solamente mientras dura la vida, pero aquellos tres tesoros persistirán, los sostendrán y los fortalecerán a ustedes hasta que alcancen la unión con el infinito.

El ser humano es perito en astronomía; sabe todo acerca de la Tierra, está enterado de todo lo que pasa en América, Rusia e Inglaterra, pero no sabe quién es él, y por eso, todos los demás conocimientos no lo hacen sabio. Está ansioso por reunir información acerca de todo, pero nunca se pregunta: “¿Quién soy yo?”, a pesar de que usa libremente y casi siempre las palabras “yo” y “mío”.

El Camino de Jesús

Ustedes son el labriego; el cuerpo es el campo. Siembren la semilla del bien y recogerán la cosecha de la felicidad; siembren la semilla del mal y cosecharán dolor. Ustedes son la causa de una y otra consecuencia. No culpen a otros ni le atribuyan parcialidad a Dios. Sobre todo, no se aferren a este transitorio mundo objetivo que está lleno de aflicción y cambios; cultiven desapego, ecuanimidad, autocontrol y amor. Adquieran el conocimiento acerca de los niveles superiores de conciencia y los planos más elevados de existencia.

El conocimiento conduce a la habilidad. De la habilidad en el empleo de tal conocimiento, uno consigue equilibrio. Deben reconocer que esta vida es una etapa en el largo peregrinaje y que ahora nos encontramos en un hotel, un lugar de descanso temporal que también tiene un vigilante: la mente. Así que no se sientan permanentemente atados a la mente o al cuerpo. Este cuerpo “negativo” tiene el positivo de la divinidad dentro de él. Cuando se vuelvan infinito amor omnímodo, lo Divino se manifestará en ustedes, a través de ustedes.

Traten de ser como Jesús. Él era una persona cuya sola alegría estribaba en esparcir Amor Divino, ofrecer Amor Divino, recibir Amor Divino y vivir en el Amor Divino.

Existen varias teorías sobre la fecha de nacimiento de Jesús, basadas en la brillante estrella que apareció durante su nacimiento. Se dice que esta estrella es visible una vez cada 800 años. Algunos argumentan que Jesús nació el 15 de septiembre, pero él nació a las 3:15 de la mañana del 28 de diciembre de hace 1980 años. Era domingo. La estrella que apareció ese día se ve cada 800 años. Su aparición no tiene relación alguna con el nacimiento de Jesús. No hay regla que diga que cuando la energía divina o la encarnación divina desciende a la Tierra, deba aparecer una estrella. Ésa sólo es la opinión de los devotos.

Sin embargo, Jesús fue él mismo una estrella de valor infinito que difundía brillantez de dimensión infinita. ¿Por qué colocar otro resplandor menos brillante?

Hoy es el día del nacimiento de Jesús, celebrado entre las nevadas de diciembre, con luces, arbolitos y oraciones. Pero es inútil rezar sólo un día y olvidar a Dios el resto del año. Ése es un espectáculo frívolo; no emana del corazón. Somos verdaderos cristianos únicamente cuando vivimos de acuerdo con las enseñanzas de Cristo y las practicamos en nuestra vida diaria. Con que observáramos siquiera dos de sus enseñanzas bastaría.

Cristo dijo: “Toda vida es una sola, querido hijo, sé igual con todos”. Si observáramos verdaderamente esto, bastaría para cumplir nuestro destino. Cuando él estaba en la cruz vencido por la agonía, una voz surgida de lo invisible dijo desde los cielos: “La muerte es el vestido de la vida”. El cuerpo es el vestido que usa el Espíritu Divino. Por consiguiente, no debemos llorar cuando el cuerpo se desecha, declina o se daña. La muerte es un incidente, ésa es la naturaleza verdadera del cuerpo.

Solamente el amor es capaz de revelar la Divinidad latente en todos. El amor es Dios: vivan en amor. El amor vive dando y perdonando; el ego vive obteniendo y olvidando. El amor es desprendimiento; el egoísmo es desamor. No malgasten su vida aspirando a los estrechos intereses del ego. ¡Amen! ¡Amen! Vuélvanse lo que realmente son: encarnaciones del Amor.

No importa cómo los traten los demás o lo que piensen de ustedes; no se aflijan. Sigan a Jesucristo. Amen para su propia evolución y no por lo que otros digan. No imiten a otros; cultiven su propia vida. Ustedes tienen su propio corazón, sus propias opiniones, sus propias ideas, su propia voluntad. ¿Por qué, entonces, imitar? La imitación es humana, dicen; pero la creación es divina. Sigan su sendero elegido. Dejen que su propia experiencia de Dios sea su guía y maestra.

No se vayan a la tumba copiando débilmente a otros. No encontrarán a Dios si lo buscan en el mundo externo. Su propio corazón brillante de amor es el amor de Dios. Sigan al maestro. Enfrenten el mal. Luchen hasta el final y terminen el juego. Ustedes son Dios. El “yo” verdadero en ustedes es Dios.

Ustedes no son una persona, sino tres: la que piensan que son, la que otros piensan que son y la que realmente son. Ustedes piensan que son el cuerpo con sus sentidos insaciables, los demás piensan que ustedes son su personalidad. Lo que realmente son es espíritu divino e infinito. Constantemente deben recordarse a ustedes mismos: “Yo soy Dios, yo soy Dios, yo soy Dios”. El día que se vean como Dios, se volverán Dios.

Hablen dulcemente; esparzan consuelo con cada mirada suya. No sean esclavos de sus deseos sensuales. Prahlada le dijo a su padre, quien había conquistado los tres mundos, que él no había logrado vencer la lujuria y el deseo. Ustedes deben vencer la lujuria y dominar la ira. Alejen de su mente la codicia, el odio y los celos y dediquen sus manos al servicio de la humanidad. Jesús enseñó amor y compasión infinitas. Para resucitar el amor y la compasión, ustedes tienen que matar la envidia y el egoísmo y purificar su corazón. Ganen la verdadera misericordia de Jesús. Sigan la senda enseñada por él y alcancen la posición que él tiene.

Sri Sathya Sai Baba
Discurso del 25 de diciembre de 1979

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