La Triple Promesa

¡Encarnaciones del Divino Atma!

Solo aquel que imparte el conocimiento supremo, mediante el cual todo lo que debe saberse se conoce, y sin el cual todo lo demás es inútil, merece ser llamado Gurú (Maestro espiritual) o preceptor.

Hoy en día, en todo el mundo, se habla de planes para construir una nueva sociedad basada en la provisión universal de bienes y comodidades, así como en la distribución equitativa de la riqueza. Aunque esto pueda parecer deseable, ¿es realmente práctico? Se pueden repartir por igual bienes materiales y comodidades, pero ¿es posible igualar los deseos de todas las personas? Si los deseos no son equilibrados, inevitablemente surgirán la frustración y el conflicto.

Los sabios de la India han señalado que la fuente de todo alimento, el poder que sostiene a los seres vivientes y la base de todo en la creación es Dios. Al olvidar esta verdad fundamental, el mundo de hoy enfrenta hambrunas, conflictos, guerras y disturbios.

Es importante reflexionar: ¿las necesidades diarias, las comodidades y los placeres que disfruta el ser humano son creados por el hombre o por Dios? ¿Puede el hombre crear la tierra donde cultiva su alimento? ¿Puede producir agua? ¿Puede controlar el aire? ¿Puede generar la madera en la que el fuego está latente? Todas estas creaciones son obra de Dios y están más allá del poder humano.

Cuando inicié este discurso, me dirigí a ustedes como “Encarnaciones del Divino Atma”. En el Bhagavata y el Gita, el Señor declara: “Todos los seres en la creación son manifestaciones de un fragmento de Mí mismo”. Lo Divino está presente en cada ser. Solo al comprender esta verdad se puede apreciar el significado de “Encarnaciones del Divino Atma”. Sin embargo, al enfocarse en diferencias físicas e intelectuales, los hombres desarrollan sentimientos de odio entre sí. Cuando el odio crece en la sociedad, es necesario tomar medidas correctivas.

Hoy celebramos Gurú Purnima. ¿Cuál es su verdadero significado? ¿Es simplemente el día de luna llena en el mes de Âshadha? Aunque esta es la creencia común, los grandes sabios han dado otros significados. Se dice que fue en este día cuando Vyasa comenzó a escribir el Brahma Sutra. También fue el día en que Buda alcanzó la iluminación y enseñó a sus discípulos: “Todo es aflicción. Todo es transitorio. Todo es vacío”. Por estas razones, el día es conocido como Gurú Purnima, Vyasa Purnima o Buda Purnima.

En este contexto, surge una pregunta: ¿Quién es digno de ser un Gurú (Maestro espiritual) y quién es digno de ser discípulo?

El verdadero Maestro es aquel que carece de ego y egoísmo, y que puede elevar al discípulo a su propio nivel. Vestir una túnica azafrán, recitar algunos mantras y exponer textos sagrados no hace a alguien un Maestro.

Las señales de un verdadero Gurú son: un corazón magnánimo, absoluto desinterés, pureza en su vida, desapego de posesiones materiales, ausencia de envidia y ecuanimidad en su trato con todos. En especial, la ausencia de envidia es una cualidad esencial tanto en el Maestro como en el discípulo, pues la envidia es la raíz de numerosos males.

El papel del Maestro es guiar al discípulo en el camino hacia Dios. Debe enseñarle el verdadero propósito de sus sentidos: la vista, la palabra y el cuerpo. Todos los sentidos deben emplearse para descubrir y experimentar lo Divino.

Todas las manifestaciones divinas descienden con propósitos específicos y nunca se desvían de ellos. La naturaleza de Swami es de esta misma esencia. Su amor divino es absolutamente puro, sin rastro de egoísmo. Swami solo sabe dar, no recibir. Su mano se levanta para conceder bendiciones, no para pedir.

Además, cuando Swami declara: “Ustedes son míos”, no importa los errores que puedan cometer, jamás los abandonará. Quizá se pregunten por qué alguien que ha sido aceptado por Swami como “suyo” aún enfrenta dificultades y pruebas. Estas son simplemente consecuencias de sus propias acciones. Deben velar por su conducta.

Si el Señor otorga a un hombre una vida de cien años, este no debe volverse arrogante y actuar imprudentemente, confiando en que vivirá un siglo. Puede que tenga esa longevidad, pero si salta de un árbol, puede romperse una pierna. Así, recibir la gracia de Dios no exime a nadie de vivir con rectitud.

Cuando doy Mi palabra a alguien, incluso si se aleja de Mí, no albergo ningún rencor hacia él. Aunque me calumnien, seguiré amándolos. Cumpliré mi promesa hasta el final. Algún día volverán al camino correcto.

Por circunstancias externas, pueden ocurrir ciertos cambios, pero estos no son permanentes. No cambiaré mi rumbo debido a tales eventos. Esta es Mi segunda resolución.

La tercera es la siguiente: cuando emprendo algo que considero beneficioso para todos y bueno para la sociedad en su conjunto, no lo abandonaré, sin importar lo que suceda. Aunque el mundo entero esté en mi contra, no retrocederé, solo avanzaré.

Estas son Mis tres resoluciones, y estoy decidido a cumplirlas y dar el ejemplo. Solo así los demás seguirán estos ideales.

Lo que el mundo necesita hoy no son personas dominadas por sus deseos, sino seres con ideales elevados. Los deseos pueden cambiar con el tiempo, pero los ideales perduran incluso después de la muerte. Cada persona debería esforzarse por vivir de acuerdo con un ideal noble.

En este día de Gurú Purnima, esfuércense por transformar su corazón, haciéndolo puro y sagrado. La pureza es la verdadera esencia del ser humano. Esta pureza debe reflejarse en todo: en el pensamiento, la visión, la palabra y la acción. Solo cuando alcancen esta pureza, podrán manifestarse como Encarnaciones del Divino Atma. Entonces, la distinción entre lo Divino y lo mundano desaparecerá. Todo se divinizará. La diferencia entre el objeto y el sujeto también se desvanecerá.

Esta realización es la plenitud. Este es el verdadero significado de Gurú Purnima, más allá de la simple ofrenda de rituales a los pies de un Maestro o la recepción de un mantra.

En este día sagrado, resuelvan dirigir su mente hacia Dios, esforzarse por purificar su corazón y buscar la autorrealización.

Fragmento del discurso pronunciado por Bhagavan Sathya Sai Baba el 13 de julio de 1984.

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