Dios nunca abandona a sus devotos

“Sólo cuando las personas desechen el odio y la violencia, y desarrollen amor dándose cuenta de que todos somos Uno, podrá la Tierra ser transformada en un Cielo.”
(Verso en Telugú)

¡Encarnaciones del Amor!
No deben llevar una vida de egoísmo y ocuparse sólo de sus propios intereses. Deben tener en mente la situación que prevalece en el país y actuar en consecuencia. El hombre no puede llevar una vida totalmente independiente, tiene que depender de la sociedad. La naturaleza es una combinación del individuo, de la sociedad, de la creación, y de Dios. El individuo debe servir a la sociedad y tratar de visualizar a Dios en la creación. Jesús dijo que la vida de un individuo es inútil si no cumple con sus deberes con la sociedad.

Donde hay unidad hay pureza, donde hay pureza hay divinidad, donde hay divinidad hay bienaventuranza.

La gente debe reconocer la relación íntima e inseparable que existe entre la unidad, la pureza y la divinidad. Cuando Jesús nació, tres reyes árabes le visitaron para rendirle homenaje. Uno de ello sintió que el niño sería amante de Dios. El segundo dijo que él sería el amado de Dios y el tercero pensó que él era realmente Dios. Las opiniones varían de persona a persona, ya que cada uno es diferente del otro.

Nuestros ancestros visualizaron la unidad en la diversidad, mientras que el hombre moderno, debido al impacto de la Era de Kali, fragmenta la unidad en diversidad.

El Atma trasciende las limitaciones de la forma. Buda y Jesús hicieron esfuerzos concertados para tener la visión del Atma. Buda se dio cuenta de que los nombres, formas y relaciones físicas son transitorios. Él dijo que uno no debe dejarse engañar por ellos. “Todo lo que se ve, va a perecer un día.”

Buda estudió varios textos sagrados y tenía una audiencia de muchos estudiosos, pero no estaba satisfecho, sin embargo, finalmente, llegó a la conclusión de que uno podía alcanzar el nirvana sólo por medio del uso apropiado de los cinco sentidos. Ninguna práctica espiritual puede dar el resultado deseado si los sentidos son mal usados. El tener una visión sagrada, hablar palabras buenas, escuchar sólo lo que es bueno, tener pensamientos nobles: no hay práctica espiritual más grande que ésta. Esa fue la enseñanza de Buda.

Jesús también enseñó lo mismo. Los pescadores querían que Jesús les cumpliera sus deseos mundanos. Pedro quería más pescado, pero finalmente se dio cuenta de la futilidad de los deseos mundanos, y quiso ir más allá del cuerpo y de la mente de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Jesús les dijo que desecharan el odio y amaran a todos y sirvieran a todos. Él los exhortó que desarrollaran fe en el principio de unidad. Muchos discípulos de Jesús interpretaron sus enseñanzas a su manera.

Cuando iba a ser crucificado, oyó una voz etérea que decía: “Todos son uno, mi amado hijo, sé igual con todos”. Cuando la Madre María estaba llorando, Jesús le dijo: “La muerte es el vestido de la vida”. La muerte es como cambiar de vestido. ¿Encuentran a alguien que lleve el mismo vestido cada día?

Lo mismo que ustedes cambian de vestido cada día, cambian de cuerpo de nacimiento en nacimiento. Es el cuerpo el que muere, no el principio vital. El espíritu es inmortal y no dual. “El realizar la naturaleza no dualista del espíritu, es verdadera sabiduría”, dijo Jesús. La percepción del Uno sin segundo es verdadera sabiduría: Dios es Uno sin segundo.

El hombre le atribuye nombres y formas a Dios debido a sus sentimientos mundanos y a sus tendencias externas. Hablando con la verdad, hay un solo Dios. Afirmamos en nuestros cantos devocionales: El Dios único tiene muchos nombres.

Desechen el apego al cuerpo, sólo entonces podrán desarrollar apego por el Atma. Puesto que están provistos de un cuerpo físico, deben realizar sus deberes diligentemente. Sin embargo, no deben dejarse engañar por el sentimiento de que esto es permanente. Todas las relaciones físicas son como nubes pasajeras y están sujetas a cambio. Sólo la Verdad es aquello no que sufre cambios. Este es el principio del Atma.

A fin de alcanzar la inmortalidad y experimentar la bienaventuranza, deben trascender el nombre y la forma. Mientras tienen un cuerpo, tienen que cuidar de él. Pero no deben apegarse ni preocuparse indebidamente por él. La ignorancia es la causa raíz de la preocupación. Lo que ha de suceder, sucederá. Así que no den lugar jamás a la preocupación. Desarrollen fe en el principio del Atma. Ésta fue la principal enseñanza de Jesús.

Mateo era uno de los doce discípulos de Jesús. Él era cobrador de profesión y solía encontrarse con los pescadores para cobrarles los impuestos. Jesús solía impartir enseñanzas sagradas a los pescadores cada día. Mateo anotó todas sus enseñanzas y escribió el Evangelio. Luego, muchos otros escribieron el Nuevo Testamento basados en sus propios sentimientos. En ninguna parte afirmó Jesús que él era Dios o el Maestro. Él siempre se dirigía a Dios como su Padre. Él ha mostrado el camino para experimentar la unidad. Él nunca le dio lugar a la multiplicidad. Él siempre dijo que todos eran divinos.

“En la Era de Kali, repetir el nombre del Señor es la única manera de alcanzar la liberación.”
(Verso en Sánscrito)

Cualquier tarea, por grande que sea, puede ser lograda repitiendo el Nombre Divino. Para las prácticas espirituales como la meditación y las austeridades, se requiere de un momento y de un lugar específicos. Pero para repetir el Nombre Divino, no hace falta tal restricción. Dondequiera que se encuentren, sea lo que sea que estén haciendo, pueden repetir el Nombre de Dios: “En todo momento, en todas partes, bajo todas las circunstancias contemplen a Hari (Dios)”.

Una de las oradoras que antecedieron, miembro de las Mensajeras de Sathya Sai, le rogó a Swami que nunca las olvidara. El pensar que Dios olvida a alguien es sólo imaginación suya; es el reflejo, la reacción y resonancia de sus sentimientos internos. Dios nunca olvida a nadie. Son los devotos los que recuerdan u olvidan a Dios. Dios ama a todos por igual. De modo que desarrollen amor, y desechen todas las malas tendencias.

Sathya Sai Baba
Fragmentos del Divino Discurso del 25 de diciembre de 2001

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