
El camino espiritual es el camino del desapego, del control de los sentidos, de una rigurosa disciplina mental. (…) El hombre debe primero decidir, después de un riguroso examen y un continuo discernimiento, el camino que quiere seguir. Moksha o liberación significa la eliminación de las ataduras de la ignorancia que oscurece la verdad y crea un espejismo de falsedad. Vivir es en realidad sólo otro nombre para el proceso de lograr alternadamente sufrimiento y felicidad, hambre y satisfacción, enfermedad y salud, deseo y realización. El hombre busca un nuevo deseo en el momento en que realiza uno. Siempre está luchando y siempre es infeliz porque no busca lo eterno, lo duradero, la fuente y la sustancia; se contenta con lo transitorio, lo trivial y lo temporal.
Usen el cuerpo como un carruaje para alcanzar la liberación a través de la verdad. Es su deber asegurarse de que sobre las cuatro ruedas de verdad, rectitud, paz y amor el carruaje se mueva a lo largo del camino hacia la meta. Irá sobre ese camino sólo si lleva “poco equipaje”, es decir, menos deseos, menos preocupaciones y temores. Los deseos, las preocupaciones y los temores se multiplican cuando el hombre piensa que él es el cuerpo con todas sus partes y no el propietario del cuerpo. Los tres caminos hacia Dios son: trabajo, adoración y sabiduría. Pero por causa del deseo se distorsiona la acción; con la codicia se contamina la devoción y a través de la ira, la sabiduría se nubla. A través del amor, uno puede vencer fácilmente el deseo, la codicia y la ira.
Aprendan una lección de la insignificante hormiga. Cuando encuentra un terrón de azúcar, no lo esconde y trata de comérselo ella sola. En lugar de eso, va por todos lados a buscar a todos sus amigos y parientes, porque desea compartir con los demás el banquete que ha encontrado. El cuervo, pájaro que es despreciado y frecuentemente ahuyentado, cuando descubre un poco de comida, grazna repetidamente hasta que sus congéneres se reúnen en el lugar. Lo compartido es más sabroso; lo que se retiene es amargo. La vida es corta y llena de desdicha, así que hagan todo lo que puedan para obtener el placer de hacer felices a otros. Si los demás son desdichados, ¿cómo pueden ustedes ser realmente felices?
La grandeza del hombre está en el hecho de que mediante un esfuerzo consciente puede eliminar lo malo que hay en él. Pero en el caso de otros animales, por mucho que estén sujetos a entrenamiento y educación, sus bajos instintos solamente estarán escondidos, listos para saltar a la menor provocación. El festival de Shivaratri declara que mediante la dedicación de un día completo al ayuno y toda una noche en vigilia (como símbolo de la conquista de los sentidos al vigilar sin descanso sus travesuras para evitar que hagan daño), la oscuridad se puede convertir en luz (…)
El hombre tiene que manifestar lo divino en él y dirigir y guiar a todos los seres vivientes en esa aventura. Tiene que liberarse a sí mismo mediante sus esfuerzos y liberar toda vida con su ejemplo. Debe volverse libre y seguro en su propia fuente. Esto es lo que se llama liberación. Se libera de la pequeñez para ir a la grandeza, de la esclavitud para ir hacia la bienaventuranza ilimitada.
La aleación con el ego sólo ocurre en el hombre cuando es llevado a conclusiones erróneas por la aparente diversidad y dando por cierta la multiplicidad en la creación (…) Si aún después de años de práctica espiritual prescrita por cualquier religión, el aspirante espiritual sigue viendo diferencias, distinciones y diversidades, podemos concluir que tiene un largo camino que recorrer antes de que pueda cumplir con el fin de esta existencia humana (…)
El cuerpo es un templo de Dios y ha sido diseñado para Dios, quien decidió instalarse en su interior. Hasta que el hombre realice al Dios dentro de sí y averigüe por sí mismo que Él es el “misterio” que lo evadía mientras vagaba entre la barbarie del mundo, tiene que atender el sostenimiento del cuerpo.
Él puede adquirir esa conciencia sólo controlando a su mente caprichosa y dirigiéndola hacia el interior. Shivaratri es un recordatorio para toda la humanidad de la meta del control de la mente. De acuerdo con los sabios, la luna es la deidad que preside sobre ella y hasta la ciencia moderna ha descubierto una relación sutil entre las divagaciones de la mente y las fases de la luna. En la mitad oscura del mes, a medida que pasan los días, se ve cada vez menos la circunferencia lunar, y simbólicamente se puede inferir que la mente también está pasando por un proceso de disminución. Hoy es la decimocuarta noche, y queda muy poco de la luna para influir sobre la tierra o la mente del hombre (…)
Esfuércense, ése es su deber. Anhelen, ésa es su tarea. Luchen, ése es su cometido. Si solamente hacen estas cosas, sincera y firmemente, Dios no puede retener por mucho tiempo la recompensa de la realización. El río se esfuerza, anhela y lucha para unirse con el mar de donde vino. Esa consumación siempre está viva y latente en su conciencia. Trata de hacerse puro y diáfano, para ser bien recibido por su fuente. Vence todos los obstáculos del terreno para poder viajar exitosamente hacia su meta. El hombre también debe utilizar todas las cualidades físicas, mentales, intelectuales, morales y materiales que Dios le ha dado, para viajar hacia la meta de la realización (…)
Por supuesto, es una tarea difícil, pero no está fuera de la capacidad del hombre. Una tarea que puede ser terminada sin lucha y esfuerzo sostenido, no debe ser motivo de orgullo. Es la tarea difícil la que presenta el reto y hace que surja lo mejor y lo más elevado en el hombre. Dedíquense a ella con ardor y fe, y será más dulce. Una vez que se logra la victoria en esta tarea, lo demás es dado por añadidura.
Sathya Sai Baba
Fragmento del Discurso del 16 de febrero de 1977