El supremo significado del nacimiento humano es la realización de su verdadera naturaleza. La autorrealización es el camino a la inmortalidad. La vida del hombre es un puente entre este mundo y lo Divino. El lenguaje del Pranava Om es el único medio para conversar con el Atma (el Ser divino). Al vestir el atavío de este cuerpo, hecho de carne y huesos, que envuelve al Atma que es pura y eterna, el ser humano imagina que su felicidad está en el entorno físico. Esto es una ilusión. Existen dos tipos de conocimiento que el hombre puede procurar en su búsqueda de la felicidad. Uno es conocimiento mundano, que está relacionado con la música y las bellas artes, con el universo físico, la botánica, química, matemáticas, etcétera. Todo este conocimiento es válido únicamente para ganarse el sustento, ya que se refiere a asuntos siempre cambiantes y perecederos.
La otra clase de conocimiento es conocimiento del Ser Supremo. Este conocimiento revela que el origen, crecimiento y disolución del cosmos es obra de Brahman. Actualmente el ser humano necesita este supremo conocimiento. Hay tres etapas que conducen a él: una es sentimiento del corazón, la segunda es esfuerzo espiritual, la tercera es contemplación.
En la primera etapa se debe establecer firmemente en el corazón el pensamiento de Brahman. Cuando esto se ha logrado uno tiene que ver al universo en su totalidad como una manifestación de la Divinidad. El individuo tiene que darse cuenta de que los cinco elementos (espacio, aire, fuego, agua y tierra), los cinco alientos vitales, los cinco órganos de los sentidos, la mente y el habla, todos han emanado de Brahman. Todo lo que es bello y grandioso en la naturaleza, las elevadas montañas, los vastos océanos, las estrellas en el firmamento, todo debe considerarse como proclamación de la gloria y el poder divinos.
La dulce fragancia de las flores y el delicioso jugo de las frutas deben verse como señales del amor y la compasión de Dios. El universo entero debe concebirse como el templo de Dios.
El mundo exterior refleja sus pensamientos. Si ven el mundo con amor, éste aparecerá lleno de amor. Si lo ven con odio, todo les parecerá antagónico. Los ojos llenos de amor refulgen con brillo y alegría; los ojos llenos de odio se ven como sanguinarios y temibles. Nuestros pensamientos determinan nuestras buenas o malas acciones.
El segundo paso es la práctica espiritual. Ésta no consiste simplemente en cantar cantos devocionales en grupo, hacer composiciones espirituales, recitación de nombres sagrados o meditación. Todos ellos son medios auxiliares. El requisito primario es la concentración en el Pranava Om; toda práctica espiritual debe basarse en el Om. Hay setenta millones de nombres de Dios, todos los cuales deben pronunciarse después del Om. Ésta es la forma en que deben recitarse los nombres del Señor. Pronunciarlos sin el Pranava Om al principio es como utilizar una pistola sin cartuchos. De acuerdo con los Upanishads, al meditar en el Pranava Om se puede tener un atisbo de la naturaleza de la Realidad Suprema.
El tercer paso es adoración divina; esta palabra significa acercarse a la Divinidad. Cuando se está inmerso en la bienaventuranza divina, se renuncia a la comida por propia iniciativa. Someterse a un ayuno compulsivo como un régimen no es adoración, sino mera privación. Así, por ejemplo, mantenerse despierto toda la noche de Shivaratri viendo películas o jugando a los naipes es sólo una caricatura de la vigilia sagrada que se supone debe ser observada en esa fecha.
Aunque la Divinidad aparece en forma humana, se mueve libremente entre los hombres y está cerca de la gente de distintas maneras, muy pocos son capaces de reconocerla en la forma física.
No es fácil reconocer la naturaleza divina en una forma meramente corporal. Se requiere de un verdadero Maestro Espiritual para revelar la naturaleza real. Se ha comparado a dicho Maestro Espiritual con la trinidad de Brahma, Vishnú y Shiva. El devoto que considera a Dios mismo como su Maestro Espiritual no tendrá ninguna dificultad. Hay muchos Guías Espirituales que pronuncian mantras al oído y tienden su mano para el pago correspondiente; por todo lo que hacen esperan dinero. Tales Maestros son dañinos y no iluminan.
El verdadero Maestro Espiritual es como un cirujano oftalmólogo, que lentamente quita la catarata del ojo del enfermo y restaura su vista natural. Así, el Maestro también elimina el velo de ignorancia y apego que nubla la visión del discípulo y le restaura su natural visión espiritual.
¿Cuál es la recompensa que debemos ofrecer a tal Guía Espiritual? En el día del Maestro Espiritual, los discípulos hacen devoción a los pies del Maestro y una ofrenda de gratitud. El significado que tiene la Luna llena debe ser entendido como el día en que la Luna brilla en toda plenitud, sin mancha. Es un día de pureza. La Luna envía sus fríos rayos a la Tierra. La Luna es la deidad que controla la mente, el Maestro Espiritual es real para el hombre solamente el día en que la mente brilla sin oscuridad ni ignorancia y logra la iluminación total. Observar simplemente a la Luna llena en el cielo llamándola Guru Purnima es sólo reverenciar lo externo, mientras que internamente hay un vacío. Sólo cuando han limpiado su corazón quitando la ignorancia, el sufrimiento, la preocupación, la ira y la envidia podrán celebrar su propio Día del Maestro Espiritual y realizar la plenitud de su realidad.
Para lograr esta plenitud tienen que cultivar el amor. Deben pasar por las tres etapas de escuchar, meditar y practicar a fin de alcanzar la meta de la existencia humana. Todos deben darse cuenta de que la relación que hay entre ustedes y yo no se limita al cuerpo físico.
No pasen su vida pensando exclusivamente en la relación física; el cuerpo es algo pasajero; concéntrense en el logro de lo que es permanente y está más allá de las limitaciones del tiempo y el espacio. Aquí han visto por ustedes mismos y han experimentado la Divinidad, llévense esa experiencia y amplíenla mediante la contemplación interna.
En tanto estemos inmersos y ocupados en las apariencias externas, tendremos que cargar con el peso de las dudas y la debilidad de la fe; seremos incapaces de mantenernos apartados de las cosas innecesarias. La fe es como un volcán vivo: ninguna semilla germina en él. Las dudas son como las semillas: si se multiplican, eso significa que su fe es débil e inestable; es como un volcán extinto. Si su fe es fuerte, no surgirá ninguna duda. Donde hay duda no puede haber fe.
¡Encarnaciones del amor!: en este santo día del Maestro Espiritual, tomen la resolución de purificar su mente instalar al Señor Supremo en su corazón. Vean únicamente a Dios como su verdadero Maestro Espiritual.
Sri Sathya Sai Baba Discurso del 23 de julio de 1983
Esta Organización cree que el alma en cada uno es el alma en todos, y que el Dios que cada uno adora es el que todos adoran.
Sathya Sai Baba, discurso del 23 de diciembre de 1971